Turismo 'slow', así es como se llama lo que a mí me gusta hacer cuando viajo. Hace años era de las que intentaba ver todo cuando viajaba a algún sitio, pero ahora mi filosofía ha cambiado. Creo que en eso ha influido mi pareja y el ritmo de vida. Ahora, cuando tenemos vacaciones, lo que menos me apetece es repetir el estrés y la velocidad que a veces sufrimos en la vida cotidiana y, desde luego, tengo clarísimo que no quiero volver de las vacaciones más cansada de lo que me fui.
Eso ahora tiene un nombre, es el movimiento slow, que también se aplica al turismo. Carl Honoré (periodista autor de 'Elogio de la Lentitud') afirmaba en una entrevista que "Slow Travel significa tomarse el tiempo para saborear cada momento del día, deleitarse con el fino grano y textura de un lugar, haciendo a su vez lazos con otras personas. Se trata de experimentar gratamente un lugar en el sentido de que nos volvemos a casa relajados, frescos y bendecidos, con un nuevo entendimiento de nosotros mismos y del mundo" y añadía que "es siempre más satisfactorio y memorable dedicar tres días a conocer un lugar que tres lugares diferentes el mismo día". Antes me fastidiaba si no me quedaba tiempo para visitar algún monumento, ahora pienso que así tengo una excusa para volver a ese lugar. Y si nos paramos a pensarlo, siempre quedarán cosas por descubrir, es imposible abarcarlo todo, tranquilidad ;)
Con este tipo de viajes me doy cuenta de que nuestra estancia en el lugar es mucho más placentera, de hecho tengo unos recuerdos mucho más intensos y bonitos de esos viajes que de los otros. Es una manera más lenta de viajar, permaneciendo más tiempo en un lugar y experimentar lo que es vivir como un local.
A nosotros nos ha pasado de coincidir con otra pareja en un aeropuerto y tener dos conceptos muy distintos del mismo destino. Fue en Lanzarote, ellos habían pasado unas vacaciones horribles y no paraban de discutir, nosotros estábamos encantados, habíamos pasado unos días en dos pueblecitos muy pequeños, alejados de la zona más turística de la isla y en unos alojamientos preciosos (podéis recordarlo en estos posts: AQUÍ y AQUÍ). Habíamos vivido dos realidades muy diferentes de un mismo sitio. Y es que la mayoría de alojamientos que comparto por aquí creo que van en esta línea de hacer turismo, invitan a la tranquilidad.
Es el caso del que hoy os traigo: Torralbenc, una antigua finca agrícola convertida en hotel en Menorca, en un paraje declarado Reserva de la Biosfera por la UNESCO. Cuenta con jardín, piscina, spa y hasta una pequeña capilla, y un restaurante de cocina de temporada que abastecen productores locales. La arquitectura respeta el entorno y en la decoración destaca la utilización de la piedra combinada con la madera, los tejidos naturales y las obras de arte.
Fotos: Revista AD
"Una vez que has viajado, la travesía nunca termina, sino que es recreada una y otra vez a partir de vitrinas con recuerdos. La mente nunca puede desprenderse del viaje" (Pat Conroy).
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